“La primavera la sangre altera”, así dice un aforismo popular en lo relacionado con la entrada de la primavera y nuestra actitud ante la vida y el amor. Pues sí, dentro de unos días empieza esa estación mágica motivo de inspiración para los poetas, pintores.., pues la belleza, la vida, el entusiasmo, el amor eclosionan con una fuerza distinta a la de otras estaciones. Es algo, visceral, fisiológico, hormonal, qué sé yo, algo que cambia la naturaleza, las plantas, los animales, el mundo, el amor. Físicamente, clínicamente se nota el cambio, se nota ese correr de hormonas, de adrenalina, que nos da fuerza, vigor, alegría, ilusión, que nos cambia la vida en suma.
La palabra primavera viene de PRIMA “primer” y VERA “verdor”, luego literalmente significa el “primer verdor”, el arranque de esa explosión de vida. Dependiendo de las regiones este verdor será antes o después, pero su fecha astronómica es la misma para todo el hemisferio norte y la misma para todo el hemisferio sur. Este año 2014 está previsto que la fecha astronómica de entrada de la primavera sea el día 20 de marzo a las 17,57.
Mucho más técnicamente se podría decir qué es la primavera, pero como yo no voy a descubrir nada nuevo, me conformo con expresar poéticamente lo que entiendo por primavera. Que hable la poesía, que siente más que sabe, que tiene pálpitos de sentimiento y es capaz de mover los corazones más duros e insensibles.
Quiero publicar en primicia estos dos poemas muy afines al síndrome primaveral: PRIMAVERA / TE ESPERÉ
PRIMAVERA
Necesito salir de este invierno frío y silencioso,
necesito el calor de tus rayos calientes y sedientos,
necesito la albura de tus tenues resplandores,
necesito salir de las sombras y agrios vientos.
Quiero el calorcillo amable de tu faz alegre,
quiero sentir como crece la yerba a borbotones,
quiero que tu cara me mire y me conforte,
quiero dejar de errar sin ilusiones.
Espero el perfume de tantas, tantas flores,
espero tu aliento y tu savia nutritiva,
espero un arco iris que ciegue de colores,
espero el renacer de mi alma aún dormida.
No puedo apartar de mis ojos tu belleza,
no puedo alejarme de tus efluvios poderosos,
no puedo salir de esa cama cariñosa,
ni puedo perder la belleza de tus ojos.
Me embarga el gorjeo de los pájaros cantores,
me embarga el zumbido de multitud de insectos,
me embarga la avaricia de los intensos amores,
me embargan los corazones satisfechos.
Te quiero primavera y siento que te acercas,
te quiero primavera, llévame a mi amada,
te quiero primavera, tú que rompes amarras,
te quiero primavera, tú que disipas mis penas.
Envidio tu luz, tu sol y tus aromas,
envidio la energía a torrentes derramada,
envidio la eclosión de vida y esperanza,
envidio el rumor del coraje y las hormonas.
TE ESPERÉ
Te esperé con la paciencia de los enamorados
y sentía que tus ojos, de embrujo palpitante,
me miraban, genial locura enamorante,
bello abanico de gestos inspirados.
Recordaba tu cara de tez clara,
tu pelo como trigo maduro,
recordaba, más aún, tu mirar seguro
y tu boca como fruta, que buscara.
Recordaba tus manos con locura
en la besana sensible, que es mi cuerpo,
labrando los rincones de mi huerto
con sensaciones plenas de ternura.
Recordaba tu piel, tersura sutil de terciopelo,
con el suave tacto de la seda,
que me invade con fuerza y me sosiega
como la simple caricia de tu pelo.
No estabas y te buscaba, ávidamente;
sufría y mi sufrimiento, grave y alocado,
sembraba de espinas mi costado
con un dolor amargo e inclemente.
Mis ojos buscaban, aturdidos,
en la penumbra de mi amarga espera
sin encontrar en tu alejada esfera
la emoción de los momentos más queridos.
Las horas de mi alma, vencidas por la espera,
sufrían, por la dicha del encuentro,
sin saber si el corazón, tembloroso por dentro,
encontraría la respuesta más sincera.
Te esperé sintiendo tu presencia,
enamorado de tus gestos muy presentes
y encontré que las caricias, hoy ausentes,
renacerían más fuertes que su ausencia.
Al fin nos encontramos, ¡ay amor!,
en la cálida alcoba, sufriendo al esperaros,
y nos amamos, nos amamos sin reparos
con la pasión irresistible del dolor.
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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho